viernes, julio 27, 2007

Cuento II (ooootro trabajo de lengua II)

Danae

Todo empezó en un viaje en bus camino a casa. Aunque usualmente espero en la parada de autobús que se encuentra cerca del banco, así que por ahí empezaré esta historia.
Esperaba el bus en la parada, casi ya muerto porque el sol de la tarde caía sobre mí y me deshidrataba. Es curioso cuando uno sube a un transporte público, porque todo cambia; Las formas, los olores, colores y las personas se transforman en este pequeño espacio.
Al subir me quedé atontado unos segundos, al ver a una persona realmente curiosa en este lugar…su presencia hubiera sido imperceptible de no ser que me senté al lado de esta.
Me sentía nervioso. Sudaba como un puerco y el sol no ayudaba para nada. En mi estómago revoloteaban no mariposas, sino quizás cuervos o avestruces porque era demasiado fuerte este sentimiento como para que fuesen solo pequeños insectos.
No íbamos ni la mitad del recorrido y ya sentía yo como mi vida se recapitulaba en mi mente. Mi madre, mi padre, mi abuelo, los recordaba a todos. Y como una aguja traspasa a un insecto disecado vino la imagen mía a mi mente. Un chico al que la sociedad llamaría “Gótico”, cabello largo, guantes negros y ropa ni tan decente ni tan andrajosa como para llamarme vago, un estudiante promedio y de noche un misterio, buscando en Internet a mi Danae…mi hermosa Danae, que no es más que otro sueño y búsqueda sin sentido.
Y en una fracción de segundos todo esto desapareció, al ver que casi me estrello contra el asiento del frente por un frenazo que dio el conductor. Bueno, esta era mi bajada…y la de esta persona también.
La desesperación me invadió. Me seguía. La extraña persona me seguía. ¿Con qué motivo? ¿Nos conocemos? No, no lo creo. Era mejor apresurar el paso, para así evitar más pajarracos en el estómago.
Pero no lo logré. Estaba ya casi en el umbral de mi casa, y aún me seguían. Dando un paso más me detuve. No lo soportaba más, la persecución, los pájaros, el sudor, los nervios y ese condenado sol de las 5 de la tarde, que brilla curiosamente siempre sobre la puerta de mi casa. Sabía que estaba detrás de mi…pero ya sabía que hacer. Avancé hasta mi puerta y bruscamente me viré para enfrentar a este ser que me había seguido todo el camino.
No tenía ni idea, en el lío en el que me había metido. Me viré como dije y me encontré cara a cara con esta cosa. Fue así como me enamoré.
Estoy como embelezado por un sueño, un sueño del que jamás despertaré, un sueño más largo que un coma, y del que no deseo despertar. Porque así, igual que Narciso me he enamorado. He encontrado algo solo mío. Y ya han pasado 50 años, si no son más; y sigo a tu lado y tú sigues al mío.
Y no puedo dejar de quererte, nunca lo haré. Porque siempre seré tuyo y te amaré, a ti. Mi sombra.

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